Historias biofantásticas

La ciencia está llena de cuestiones fantásticas, increíbles, sorprendentes, poderosas. Mágicas. Nuestra amiga Melibea Gallo, bióloga y escritora, nos regala algo de ello.

Hubo un tiempo en el que Awa estuvo condenada a permanecer sin movimiento.
Se la podía encontrar reposando en todos los estanques y, así, fue cómo aparecieron los reflejos, de todos espejos.
Se la podía encontrar en el espacio que no existe entre las nubes y, así, surgieron la espuma del mar, las mantarrayas y otros peces.
Se la podía encontrar flotando a la deriva del invierno y, así, nacieron los ríos de la Tierra y los pescadores del cielo.

Hubo un tiempo en que Awa estuvo condenada a permanecer en movimiento.
Se la encontraba nadando por dentro de los tallos y, así, crecieron las copas de los árboles y las hojas de hacer tiendas.
Se la encontraba en los espacios abiertos, por debajo de tierra y, así, fue cómo surgieron las raíces de todos seres.
Se la encontraba derivando canoas sobre ríos y, así, nacieron los tigrillos, los serafines, las mujeres.

Y cuentan, cuentan, cuentan que, así, fue como Awa se liberó de la condena.

  • Murciélago nariz de hoja

    Vive en los bosques tropicales húmedos en Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá. Construye tienda con las hojas de las platanillas, que crecen debajo de los árboles. Cada día hay menos bosques y menos platanillas, por eso ésta es una especie amenazada.

    Era de noche cuando Clara Luna, nariz de hoja, cansada de estar cabeza abajo, acurrucada en su tienda de selva mojada, estiró todos sus dedos; y se descolgó.

    Voló. Voló, y voló.

    Y así fue como nació el aire.

    Cuentan que, desde entonces, las nenas cara de luna, color de canela, aman a todos los murciélagos del mundo y otras tierras;

    para siempre…

  • Martín pescador

    Vive en los bosques tropicales de América Central y América del Sur, cerca de los ríos donde pesca. Hace nidos en las paredes de tierra en las quebradas o en la masa de arcilla que levantan los árboles cuando caen.

    Las estrellas eran de Martín cuando salía a pescar. 

    Y la luna. Y los soles de la madrugada.

    Las nubes eran de Martín cuando salía a volar. 

    Y la laguna. Y el río de la sierra.

    Hasta que, un día, después de zambullirse, no encontró su rama; donde siempre estaba. 

    Siguió, siguió y siguió.

    Tan alto, tan alto, tan alto siguió, que así fue cómo nació el agua de la Tierra; las zambullidas para quienes andan,  y las estrellas para quienes nadan.

  • Águila arpía

    Vive en los bosques tropicales lluviosos de Mesoamérica y América del Sur. Necesita árboles muy grandes para hacer su nido y para conseguir sus presas. Es una especie amenazada por la pérdida del bosque y por cacería; hay quienes quieren tener sus enormes garras como trofeos. 

    Nicótoe el arpía volaba sigilosa, soplada por el viento, en busca de alimento.

    Ocípete el águila andaba atenta, buscando bien arriba,  el lugar para hacer nido.

    Alta Ceiba, el gran árbol de la selva, permanecía al sol y les llamaba.

    Cuentan que las garras poderosas de Nicótoe y el viento consiguieron alimento. 

    Cuentan que Ocípete encontró a la Alta y puso un huevo.

    Y así fue como nacieron los bosques y los nidos, en éste y otros mundos.

    Desde entonces, sólo quienes andan por el bosque en silencio encuentran a Alta Ceiba, y si tienen mucha, mucha suerte, quizás ella les enseñe el vuelo de las águilas.

  • Ocelote

    Vive en los bosques y sabanas tropicales de América. Entre los gatos silvestres, éste es de los que más disfrutan los árboles. Es por eso que está amenazado; cada día quedan menos bosques y menos árboles.

    Margay miró hacia el futuro desde el suelo. 

    Un pequeño viento llegó hasta sus patas; entonces, subió de un salto.

    ¿Dónde está la puerta al mundo? – preguntó.

    Y las copas de los árboles susurraron:

    Donde brille tu melena, ocelote.

    Y, así, fue como nacieron la tierra y todos sus gatos. 

    Cuentan que, desde entonces, cuando los pequeños habitantes de esta Tierra sueñan con gatos, amanecen sabiendo dónde está la puerta al mundo. 

  • Conejo de monte

    Vive en páramos y bosques nubosos a través de América del norte, Costa Rica y Panamá. Sale al amanecer y al atardecer. Es silencioso, pero habla con los suyos mediante gruñidos y ronroneos suaves, o golpeando el suelo con las patas de atrás.

    Vílagus, era como se llamaba el primer mago.

    Pero no fue creado por el soplo tibio de un dragón, como todo el mundo piensa. Fue creado por los conejos de cola de algodón; en un atardecer tranquilo; mientras ronroneaban con el alma y bailaban con las patas. 

    Ron, ron, ron

    Tam, tam, tam

    Ron, ron, ron

    Tam, tam, tam

    Ron, ron, ron

    Tam, tam, tam

    Y así fue como nacieron la música y la magia.

    Cuentan que, desde entonces, todos los niñ@s del mundo tocan la magia con sus patas cuando miran con el alma. 

  • Espátula rosada

    Vive en los esteros, manglares y otros humedales de América. Encuentra su alimento mediante el tacto, moviendo el pico en el fondo. Cuando nace es blanco; va obteniendo el color de su plumaje a partir de los pigmentos de los moluscos que come. 

    Ajajá no era rosada, como los demás pescadores del gran humedal. 

    Ajajá era blanca.

    Y blanca reía y reía, mientras el tiempo pasaba.

    El tiempo pasaba y Ajajá reía, sintiendo con su pico el fondo blando.

    El tiempo pasaba y Ajajá pescaba y comía y volaba.

    El tiempo pasó, Y fue así como Ajajá hizo nacer a todos los colores de éste y otros mundos.

    Cuentan que, desde entonces, al final de cada arcoíris hay humedales plenos de espátulas, flamencos y todo  tipo de pescadores.

  • Serafín de platanar

    Vive en los bosques de Centroamérica y el norte de Sudamérica. Es el oso hormiguero más pequeño de la Tierra. Tiene un pelaje único: muy sedoso y de color amarillo con reflejos dorados. Es solitario, nocturno y arborícola. Es una especie amenazada debido a la pérdida de su hábitat y la cacería. 

    A Tapacará le gustaba caminar de noche. 

    Todas las noches salía; subía y subía.

    Lento subía, de una a otra rama, y era una pura nariz en busca de hormigas.

    Lento subía, bien agarrado con su cola, acompañado por las estrellas.

    Pero, una noche, confundió estrellas con hormigas y tanto, pero tanto subió, que de su cola se soltó. 

    Y así fue como nació el pequeño sol, en plena plena  noche.

    Cuentan que, desde entonces, todas las hormigas buscan a Tapacará, mientras caminan y caminan por las ramas de los árboles y miran las estrellas.

  • Oso caballo

    Vive en los bosques y sabanas tropicales de América. Está amenazado por la pérdida de su hábitat. Es solitario. Las mamás cargan a sus crías en la espalda durante todo su primer año de vida. 

    Tamandúa no sabía si era un oso, una hormiga o un caballo. 

    Pero un día lo sabría, le decía la mamá, mientras Tamandúa, desde arriba de su grupa, soñaba con rugir, galopar y andar en casitas debajo de la tierra. 

    Soñó. Soñó, y soñó.

    Y así fue como nacieron los seres, de todos los mundos, y aún siguen naciendo.

    Cuentan que, desde entonces, todos quienes nacen se andan buscando.

  • Tiburón martillo

    Habita en los mares tropicales y subtropicales del mundo. Se cría en humedales cerca de la costa y luego migra hacia el mar abierto. Cuando las mamás regresan a parir, los peces ángel y los peces mariposa, del arrecife, les limpian las heridas y les quitan los parásitos.  La cabeza tan rara que tienen les ayuda a maniobrar y girar el cuerpo rápidamente.  Están equipados con un detector de presas: perciben los cambios de presión en el agua mediante unos poros en su cabeza. Es una especie en peligro crítico de extinción, porque es pescada por su carne y sus aletas.  

    Avatea era un tiburón y, como cualquier tiburón, viajaba mucho por el ancho mar, guiado siempre por la luna y las estrellas.

    Hasta que, un día, por fin, sintió el agua más liviana sobre su ancha y hermosa cabeza. 

    Se sumergió y se deslizó entre una multitud luminosa de peces de colores.

    Alguien mordisqueó su espalda y le quitó los parásitos. 

    Entonces, Avatea, la gran tiburón, agradeció siendo una más del arrecife. 

    Y, así, fue como nació el agua profunda y el agua sutil del mar.

    Cuentan que, desde entonces, los nenes piel de tiburón y flotar de burbuja, salen siempre a despedir a Avatea cuando retorna hacia lo ancho y lo profundo del mar.   

  • Tortuga baula

    Puede vivir en casi todos los océanos del mundo, debido a su peculiar capacidad de regular su temperatura corporal. Es muy caliente, a pesar de ser un reptil de sangre fría. Es la más grande de las tortugas marinas y no tiene una caparazón de hueso.  Es solitaria.  Cada año, deja las aguas tropicales para ir a las aguas polares siguiendo la corriente del Golfo. Está en peligro crítico de extinción, porque se está quedando sin playas para hacer sus nidos y porque las personas comen sus huevos. También mueren asfixiadas, al confundir con medusas las bolsas plásticas que flotan en el mar.

    ¿Por qué me dicen Laud en vez de Suave? – se preguntaba Laud entre triste y asombrada –, si tengo el caparazón más blandito de todas las tortugas.

    ¿Por qué me llaman Baula, en vez de Suave? – se preguntaba Baula - si soy, entre las tortugas, la más grande.

    Laud y Baula flotaban lentas y cálidas sobre la corriente, camino a aguas más frías. Y fue justo por eso que se encontraron. Algo raro, entre dos señoras tortugas tan lentas y suaves, tan flotando en busca de medusas. 

    Y en ese momento así se presentaron:

    • Hola, yo soy Suave – dijo Baula usando su seudónimo.

    • ¡Imposible! – exclamó Laud muy asombrada - Suave es mi nombre.

    Y, desde entonces, sólo cuando dos suaves pero muy suaves tortugas se encuentran, nace el tiempo.

  • Manta gigante

    Vive en los océanos tropicales y subtropicales en todo el mundo.  Viaja junto con otras, es muy sociable y tan amigable como los delfines. También da grandes saltos, como los delfines. Se dedica a comer, sobre todo, plancton por las noches. Está en peligro de extinción debido a que resulta atrapada en las redes de los pescadores industriales como pesca incidental. Se le pesca también para aprovechar sus branquias. Como muchísimas otras especies, la manta está siendo afectada por el cambio climático.

    Mobula, Mobule y Mobulu tenían la costumbre de andar siempre entre medio, y por arriba y por abajo, y por todos los costados. Haciendo dibujos de agua entre las más grandes de las mantas, en los océanos de todos los mundos.

    Nadaban y nadaban y por ahí saltaban. Altas, altas, altas; para mirar desde arriba, su inmensa casa de agua.

    Mobula era la que contaba; Mobule era la que soñaba; Mobulu, paciente, tejía.

    Cuentan que, desde entonces, cada vez que un grupo de mantarrayas se acerca a las costas, en todos los océanos y en todos los mares nacen los cuentos, los sueños y las historias que se tejen. 

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